LOS DRAGÓNIDAS
    Los Dragónidas son la primera raza inteligente que pisó Daegon. Ellos, junto a los humanos, son las únicas razas inteligentes nativas del planeta.
Desde la creación de Daegon, Ytahc supo que tendría que enfrentarse a Baal, y preparándose para esa eventualidad creo una raza de guerreros inmortales, los Dragónidas, que durante mucho tiempo poblaron el gran continente que era Daegon, con un único objetivo, enfrentarse a Baal en el fatídico día en el que este llegara.
    Pero los siglos pasaban y el enemigo no aparecía. Los Dragónidas fueron perdiendo de vista su misión, e intentaron buscar un nuevo rumbo para su existencia, tomando bajo su tutela a una raza recién nacida, los humanos, y les instruyeron en sus costumbres. Finalmente llegó un momento en que los humanos decidieron seguir un camino distinto al de sus maestros, y estos se vieron nuevamente solos.
    Desilusionados y sin ánimos para seguir la espera, los Dragónidas decidieron dormir hasta que llegara el momento, dejando a siete de ellos vigilantes a la espera del enemigo, y así, se fundieron con su padre.
Fue de esta forma que Shat'red, Mash'Kar, Noroth'grael, Sem'bar, Yur'kahn, Narg'eon y Dae'on se convirtieron en los siete reyes dragón y durante milenios vigilaron a las demás razas, y protegieron el sueño de sus hermanos. Así fue hasta que finalmente llegó el enemigo, los Kurbun.
 
Historia:
 
    De las profundidades de la tierra nacieron, y las paredes de su padre fue lo primero que sus ojos contemplaron, pues la oscuridad nunca fue un impedimento para ellos. Lo primero que escucharon sus oídos fue el bramar del río Drogerek en su nacimiento en el monte Gurudael, donde comenzaba su imparable camino hacia el mar. Allí despertaron los primeros nacidos, en el primer monte, junto al primer río. Y allí se dieron nombre. Grudarek fue la primera palabra que pronunciaron, aunque los humanos más tarde los llamaran Dragónidas.
Siguiendo el curso del Drogerek a través de las cavernas llegaron al exterior, y una vez allí fueron golpeados por la belleza de lo que contemplaban, pues no conocían otra cosa mas que la piedra y el agua, y la hermosura que contemplaban les abrumó. El río caía en una enorme cascada sobre un valle repleto de plantas cuyo color verde les recordaba a ellos mismos, y los animales que recorrían la tierra el mar y el cielo les saludaron con alegría, pues los reconocían como sus protectores. Y sobre el valle volaron siguiendo el río, y hablando con los animales, pues entendían todos los lenguajes a pesar de carecer de uno propio.
    Los pájaros fueron sus guías y maestros en estos primeros días, y junto a ellos volaron explorando las maravillas del mundo desde los cielos, siempre siguiendo el río hacia el sur como atraídos por un lazo invisible que tiraba de ellos en esta dirección con una necesidad imperiosa, y una esperanza en el corazón, pues a pesar de no saber a donde se dirigían, sabían lo que allí encontrarían. Así continuaron volando hasta que les sorprendió la noche, pero esto no hizo que aminorasen su vuelo, pues sus alas, al igual que sus cuerpos eran infatigables. Y fue durante la noche que vieron las estrellas, y sintieron una extraña añoranza a pesar de que era la primera vez que las contemplaban.
    Finalmente, tras treinta días de vuelo, cruzando valles y lagos, bosques y pantanos, desiertos y cañones, llegaron al volcán Kybani, el segundo de los siete picos, donde asistieron al nacimiento de sus hermanos, la estirpe de Narg´eon a quienes abrazaron y besaron, pues con cada nuevo Grudarek que surgía de la roca se veían fortalecidos, y celebrando esta reunión todos se arrojaron al calor de la lava, donde en comunión con su padre forjaron nuevamente sus cuerpos y almas. Y lucharon sobre el cielo y la lava, pues eso era parte de su naturaleza, y una expresión de respeto entre ellos. Y una vez juntos reanudaron el vuelo y la búsqueda del resto de sus hermanos.
    Retomando nuevamente el curso del Drogerek, que habían abandonado en las cercanías del Kybani, continuaron su camino hacia el sur, hacia el ancho y azul mar sobre el cual volaron maravillándose con cada nueva criatura que emergía de las aguas, así que se sumergieron para nadar con ellos, y las criaturas marinas les hablaran de Matnatur, el tercer pico, pues este no se encontraba en las alturas, sino en las profundidades del mar, allí donde solo las mas poderosas de las criaturas podían llegar, donde habitan los gigantescos Kalmaki y traslúcidos Gurakagi a quienes siguieron por las galerías submarinas repletas de construcciones de coral blanco resplandeciente.
    Durante mucho tiempo buscaron Dae´on y Narg´eon la estirpe de su tercer hermano Shat´red a través de las grutas, y los corrientes, pero los buscaron solos pues por el camino se habían ido quedando los hermanos de ambos, pues según volaban sobre la faz de la tierra estos se habían ido enamorando de los lugares que veían, y deseaban construir sus hogares en ellos, e impedir que nada los dañara, y con piedra y madera construyeron hermosas fortalezas como la de Kashir que volvió al valle del Drogerek pues lo añoro desde el mismo momento de su partida, y aunque los paisajes que vio durante su viaje le parecieron hermosos nunca pudieron desplazar en su corazón el nacimiento del río, y a ese lugar regreso para construir la fortaleza que mas tarde habitaría Dae´on con Vandara la que seria su compañera humana y que le daría dos hijos, Daegon y Dayon que mas tarde serian su orgullo y su condena.
    Largo fue el camino, y poderosa la determinación de los dos hermanos, pues deseaban que Shat´red y su progenie contemplara lo que ellos amaban, el cielo y el viento golpeándoles el rostro, y las aves que les acompañaban en su vuelo. Pero a pesar de la añoranza continuaron, hasta que finalmente su tenacidad fue recompensada, y alcanzaron Matnatur. Ante ellos se extendía la mas bella construcción que jamas hubieran contemplado, la estirpe de Shat´red había despertado y habían comenzado la construcción de su hogar bajo el mar, tallando la piedra con sus garras y dándole hermosas formas a través de una grieta que se hundía aun mas en el lecho marino, corales multicolor, y piedras luminosas recorrían toda la caída que parecía no tener fin. Pero todas estas maravillas palidecieron al ver aparecer a sus hermanos, la estirpe de Shat´red, que se acercaba a ellos nadando a gran velocidad, ascendiendo por la grieta iluminada por las piedras, y la luz al alcanzar sus cuerpos se deshacía en colores increíbles que solo podían ser vistos en ese lugar, en Matnatur la brillante y eterna, la que nunca seria profanada por el enemigo. Al frente de sus hermanos ascendía Shat´red veloz como el rayo, y había alegría en su rostro pues nadie que entrara en su ciudad podía hacerlo sin que llegara a su conocimiento, y sabía de la presencia de los viajeros y los saludo en el idioma de las criaturas marinas y lucho con ellos mientras sus hermanos entonaban canciones de bienvenida.
    Tras el recibimiento todos se arremolinaron alrededor de los recién llegados, que les contaron de las maravillas de la superficie, y de su búsqueda de los siete picos, y por primera vez supieron los habitantes de Matnatur de la futura llegada del enemigo, y de que deberían de ser ellos quienes impidieran la destrucción de todo aquello que existe. Pero esto ultimo no disminuyo los ánimos de los allí presentes, pues se sabían poderosos, pero agradecieron las palabras de aviso, y se prepararon para cuando llegara el enemigo
    Y tras los festejos Shat´red se unió a Dae´on, y Narg´eon en la búsqueda del cuarto pico, Tayatán, pues esa era la obligación de los primeros nacidos de cada estirpe, y con dolor en su corazón dejo Matnatur, y puso a cargo del cuidado de la ciudad a  Karag´tamur, que había sido quien le siguió en el primer día, y que sabia amaba tanto su hogar como el. Y así partieron los tres hermanos de la ciudad submarina, la que seria conocida como Rielt Kamage, la ultima esperanza.
    Tras abandonar el mar, Shat´red sintió por primera vez el viento sobre su rostro, y escucho a las aves que le saludaban, y supo entonces que lo que le habían contado sus hermanos era cierto, y que mas allá de las fronteras de Matnatur también había belleza, y aunque eso no hizo que el dolor que sentía por abandonar lo que el mas amaba desapareciera, comprendió completamente la razón por la que tenia que acompañar a sus hermanos, pues comprendió que a pesar de que Matnatur nunca seria destruida, si lo serian las ciudades del exterior, y tubo una visón al abandonar el mar, y vio el futuro de todos ellos, y contemplo al enemigo en todo su poder, y lo odio como solo los Grudarek podían odiar, y contemplo la destrucción de los seis picos, y la muerte de todos ellos, pero no dijo nada a sus compañeros pues estaba dispuesto a cambiar este destino, sin saber seria esta carga y el intentar evitar estos sucesos lo que desencadenaría la desgracia.
    Pero en sus visiones Shat´red contemplo la localización de los picos que buscaban, y supo que no se encontraban en este mundo, así que guió a sus hermanos hacia las alturas, hacia la noche eterna, hacia Lutnatar, la luna, pues en ella se encontraban Lianu, el cuarto pico, y la estirpe de Yur´kahn.
    Muchos años duro su viaje hasta Lutnatar, y cada vez que volvían la vista hacia su padre el corazón se les encogía en sus pechos pues añoraban su hogar y a sus hermanos, y el deseo de volver era muy grande, pero entre las estrellas también encontraron un nuevo hogar, un lugar en el que descansar y reflexionar, pues también había belleza en la nada.
    Finalmente llegaron los tres hermanos a su destino, y viajaron volando sobre la blanca superficie atravesando profundos cañones y cráteres, pero no vieron vida durante su viaje, y supieron que la hueste de Yur´kahn no había despertado, y vieron Lianu como un faro en la distancia, la única luz en el horizonte y hacia ella se dirigieron, sin saber lo que allí encontrarían.
    La gruta se le hizo familiar a Dae´on, a pesar de que no surgía ningún río de ella y los tres viajeros se introdujeron en la blanca montaña con esperanza y alegría, y realizaron los ritos ante sus hermanos no natos que comenzaron a desprenderse de la piedra dejando ver su piel verdosa fundida con las blancas paredes, y cayeron de rodillas antes ellos.
    El primero en abrir los ojos y los contempló fue Yur´kahn, quien observo a sus tres hermanos mostrando en su mirada una paz que ellos sabían que nunca encontrarían, y quienes, interrumpiendo el rito abandonaron sus posiciones de combate, pues vieron que los hijos de Lutnatar no eran como los de Ytahc, y el combate no era parte de sus ser, y Yur´kahn hablo, y sus palabras respondieron a todas las preguntas no formuladas por los viajeros, así supieron estos de la misión de aquellos nacidos en Lianu, pues esta no era la de combatir, sino la de observar desde los alto a sus hermanos y guardar las historias para que estas no fueran olvidadas, ya que ellos nunca tendrían descanso en su misión. Y estas palabras entristecieron a los viajeros, pues ellos sabían que tras la confrontación con el enemigo descansarían nuevamente en el seno de su padre hasta que fueran nuevamente necesitados, y que en su vuelta no recordarían las penurias de su vida anterior.
    Pero Shat´red había contemplado en sus visiones la muerte de Yur´kahn, y a pesar de que era muy distinto que el, sintió simpatía y tristeza por el y su destino, así que hablo ante los presentes diciendo que debían construir una puerta entre todos los picos para que los hermanos pudieran estar juntos siempre, y acudir unos en ayuda de otros sin que la distancia lo impidiera, y que gracias a esta puerta los hijos de Lutnatar pudieran contemplar mejor lo que les sucedía a sus hermanos, y si sentían la necesidad podrían visitarlos y comprender así lo que ellos sentían por los seres que debían proteger, ya que solo con la vista nunca podrían llegar a entenderlo. Lo que también penso, aunque nunca lo diría Shat´red, es que gracias a esa puerta podría ayudar a sus lejanos hermanos cuando el enemigo lo atacara. Y estas palabras fueron del agrado de todos, y mientras Yur´kahn se unía a los viajeros hacia el quinto pico, sus hermanos comenzaron la construcción de la puerta, a la que llamarían Werek, la que une a los hermanos, pero que mas tarde seria conocida como Rakundareh, la portadora de desgracias.
    Tras abandonar Lianu, los viajeros se introdujeron en una profunda grieta abierta en la superficie de Lutnatar, pues a través de esta se podía atravesar toda su superficie hasta el otro extremo, donde se encontraba Olen´Dogar, el quinto pico. Viajaron a través de la grieta abierta, siempre hacia abajo, viendo durante su caída el Kay Tíndawe, las estancias de los espejos, donde vieron a los que vivían mas allá de Ytahc, los oscuras siluetas de los Jonudi y la conjunción de los hijos de Kestra, contemplaron el lugar al que viajaban sus mentes y sus almas mientras descansaban y el lugar del que procedían los elementos que alimentan la vida, observaron nuevamente el hogar que habían abandonado hacia ya tanto tiempo, y contemplarlo por breves momentos hizo que sus corazones se llenaran de gozo, y por ultimo observaron el alma del mal, la fuente de la que brotaban el enemigo, los Kurbun, y la furia se apodero de ellos, y se apresuraron en cumplir su misión, pues sabían que el momento se acercaba. Lo que no contemplaron fue un pequeño cristal en el que había una figura, esta pertenecía a una especie que no habían visto nunca, la humana, el rostro de la mujer que los contemplaba a través del cristal era abrumadoramente hermoso, tan bello que ni siquiera la expresión de eterna tristeza que mostraba lograba mellarla, su cuerpo estaba formado por las estrellas y la noche, y de sus ojos surgió una lagrima, pues Sakuradai sabia del destino de los Grudarek, y que ninguna hebra que pudiera tejer seria capaz de alterarlo.
    La travesía por las entrañas de la blanca esfera duro mucho tiempo, a pesar de la urgencia que apremiaba a los hermanos, y durante este tiempo ninguno de ellos hablo, pues estaban poseídos por la ira, y cuando algo se interponia en su camino era destruido sin importar si se tratara de una rara flor, o un la mas gruesa de las rocas, y la pena se apodero del alma de Yur´kahn al ver el cambio en sus compañeros, pues en ese momento en nada se parecían a aquellos que le habían acompañado en el comienzo de su viaje.
    Finalmente alcanzaron su destino, y la furia los abandono y fue reemplazada por el asombro y la maravilla al contemplar en la lejanía Olen´Dogar, pues este era completamente distinto a los picos que habían visitado. A pesar de tratarse del mas pequeño de los picos era el mas hermoso. El lugar de nacimiento no se encontraba  cubierto por la montaña como en los demás, sino por una burbuja cuyo color cambiaba constantemente. A través de ella, pudieron contemplar el interior, en el que se encontraban las paredes en las que se podía observar, como si de estatuas se tratara, la figuras de sus hermanos erguidos, con sus alas y sus brazos alzados como sujetando entre todos ellos un objeto invisible, y fue tras atravesar la burbuja que pudieron contemplar lo que sujetaban sus hermanos, pues se trataba de Ytahc, que pendía del cielo entre ellos.
    Tras su despertar, los primero que contemplaron los hijos de Olen´Dogar fue al lejano Ytahc, y desde ese momento nunca se cansaron de contemplarla. Sem´bar, el primer nacido, saludo sus hermanos, y durante largo tiempo hablaron sobre Ytahc y lo que tendría que venir, y le agrado la existencia de Werek, y junto a sus hermanos comenzó la construcción de la puerta al quinto pico, Olen´Dogar, el hogar de los sabios. Y cuando la puerta se hubo completado, abandono su hogar con los viajeros, dejando a Huatûr el contemplador como maestro de los hijos de Lutnatar.
    El vuelo de los cinco hermanos les llevo nuevamente al vacío, alejándose mas aun de  Ytahc, pues los dos últimos picos, Nalot y Lubdatar, se encontraban en Sholoj, el que da la luz, la estrella lejana, y fue durante este viaje que supieron del despertar de los humanos, pues Ytahc se presento ante todos sus hijos y les anuncio el nacimiento de la nueva raza, y los llamo aquellos que moldearan el mundo, y por primera vez contemplaron los Grudarek a aquellos que amarían mas, pues los hombres eran hermosos, aunque frágiles, y ante ellos aparecieron los padres de los hombres, Ware y Lahaya con sus ojos del color del vacío al igual que su cabello y brazos poderosos, Durtash y Nacom con su mirada cautivadora e imponente presencia, Letni y Brulak con su piel del color de ébano, Nalsai y Daela los del rostro inquisitivo, Sune y Landay los de los pies ágiles, Maleri y Alashi los de porte altivo y rostro severo, Zulera y Kaedra los de la piel de bronce, Izami y Shizune los de los ojos rasgados, Harst y Gérdelain los de cuerpos poderosos y barba recia, Shem y Nitsalaya los del porte esbelto, Shunor y Shaída cuyos ojos eran del color del mar, Gundarek y Laisar los de la mirada desafiante, Scandar y Sigrid los de la sonora carcajada y lealtad inquebrantable, Lycantros y Angorm que amaron tanto a los animales como los Grudarek, Benkey y Leana los de largos cabellos y sonrisa siniestra, Grubek y Shinten los inspiradores de gestas, Yalan y Gareald los de curiosidad infinita, Mifush y Kayne los amantes de la aventura, Dengar y Merea los de la mirada astuta, Mugeb y Sahai los de piel cobriza.
    Cada uno de ellos distinto pero hermoso, cada uno de ellos orgulloso y alegre, cada uno de ellos libre de hacer lo que deseara. Desde el primer momento los amaron, y sobre cualquier cosa amaron a las mujeres pues el don que ellas poseían era el mayor y mas hermoso que jamas fuera otorgado.
 
    Tras esta revelación los viajeros continuaron su búsqueda, y mucho mas tiempo paso antes de que llegaran a su destino, pues a pesar del poder de sus alas, Sholoj estaba mas lejos que ningún lugar al que jamas llegaran los Grudarek por sus propios medios, y según se acercaban, el calor que de el emanaba fortalecía su determinación, y ya, desde antes de que llegaran a el, los inmateriales brazos de fuego que brotaban de su superficie los abrazaron con tacto maternal y entonces se dejaron llevar por ellos, pues sintieron una paz como nunca habían conocido.
    Así finalizaron su viaje, saludando al fuego en todas sus encarnaciones, desde las breves llamas que apenas llegaban a un parpadeo su tiempo de vida, hasta los inmensos brazos que nunca desaparecerían, retorciéndose eternamente, inventando mil formas para su ser, indómito como solo el fuego puede serlo, y ellos bailaron junto a las llamas, mezclándose con ellas, invadidos por el éxtasis, y se miraron y se vieron distintos, pues sus escamas habían tornado su color adquiriendo el color del mismo fuego, y desearon que aquella sensación no tuviera fin.
Y fue en dos de estos brazos donde finalmente encontraron a sus hermanos. Sus cuerpos formaban parte de ellos y los recorrían de principio a fin, y su numero se contaba en millones y se retorcían juntos en perfecta comunión, y tenían los ojos cerrados y los cuerpos encogidos, y sus rostros irradiaban paz y al contemplarlos la fatiga desapareció de sus almas y supieron que eran afortunados entre los suyos, pues solo sus ojos entre los de todos los Grudarek contemplarían jamas una belleza semejante. Así que continuaron danzando junto a los dos picos, y dieron comienzo a los cánticos y los ritos del despertar, y uno a uno, los hijos de Nalot y Lubdatar comenzaron a despertar, y se desperezaron y se unieron al canto y la danza de sus hermanos, y los abrazaron y combatieron con ellos, y su porte era regio y orgulloso, y en sus ojos brillaba la llama de Sholoj, y no hubo jamas guerrero mas valiente ni diestro que los que ese día despertaron.
    Tras el despertar, Mash´Kar y Noroth´grael conversaron con sus hermanos, y desearon acompañarlos en el viaje de vuelta, pues deseaban contemplar los paisajes que estos les describieron, y conocer a sus lejanos hermanos, y mientras se construían las puertas en Nalot y Lubdatar dieron comienzo a su viaje de vuelta hacia Ytahc al que llegarían mucho tiempo después, y donde encontrarían a muy pocos de los suyos. Pero esa historia será contada en otros escritos, pues lo que aquí se ha relatado es una historia de encuentros y amistades, amores y añoranzas, y lo que a estos hechos siguió es una de lamentos y tragedias.

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