Historia:
Los Yunraêh (Vampirizados)
son humanos que han sido “abducidos” por los Jonudi. Existen desde tiempos
de los Ailanu, cuando ambos imperios estaban en guerra. Los Jonudi, ante
la imposibilidad de conseguir gente que luchara en su bando, comenzaron
a esclavizar a miembros de todas las razas de Daegon, para que les ayudaran
en sus ansias de conquista. Tras la primera huida de los Jonudi a Nusureh,
los Yunraêh quedaron fuera de su control, y comenzaron a organizarse
en pequeños grupos, dado que la gente les perseguía por los
actos cometidos durante el tiempo en el que estaban dominados por los Jonudi,
y que a pesar de no estar bajo el control de estos, seguían necesitando
el sustento que les daba en consumir la vida de otros seres. Así
se establecieron los Tar´Kíderon (ciudadela oculta), en las
que se reunían formando los mas parecido que conocen a un familia.
Con el paso del tiempo, los Yunraêh olvidaron sus orígenes,
y comenzaron a considerarse a si mismos como una raza, y como tal desarrollaron
una necesidad colectiva de supervivencia. Esta súbita necesidad
fue alimentada por los mas ancianos que se encumbraron como lideres espirituales
de los Tar´Kíderon. Así, los ancianos pactaron con
los Ailanu, y a cambio de esclavos para su sustento, los Yunraêh
se convirtieron en los asesinos mas mortíferos que jamas han existido.
Pero no todos los Yunraêh estaban de acuerdo con estos pactos, y
este modo de vida, algunos de los Yunraêh que resistían los
lavados de cerebro de los ancianos, y recordaban su antigua vida, comenzaron
a abandonar las Tar´Kíderon formando comunidades propias entre
los humanos, pero fuera del conocimiento de estos. No pasó demasiado
tiempo antes de que diera comienzo a una guerra entre ellos, los Yunraêh
que vivían entre los humanos se consideraban a si mismo humanos,
y no se quedaban impasibles ante las atrocidades que cometían sus
“hermanos”.
Tras la desaparición
de los Ailanu, la guerra finalizó. El suministro de esclavos para
los ancianos cesó, y estos se vieron obligados a mandar mas gente
para conseguir su sustento. Esto provocó que la gente, hasta aquel
momento ignorante de su existencia, comenzara a darles caza, lo cual causó
que los Yunraêh que vivían en ciudades humanos se vieran obligados
a abandonarlas, o buscarse escondites mas seguros. Tras aquello, las cacerías
no cesaron hasta que se creyó exterminada la raza.
Así durante milenios
los supervivientes se ocultaron de los humanos, hasta que los Jonudi regresaron.
Tras la aparición de las primeras edificaciones Jonudi en la superficie,
los ancianos comenzaron a tramar nuevos planes de alianza, pero estos se
vieron truncados ante el rechazo de los Jonudi a sus peticiones.
Poco después de que los Jonudi lanzaran
su ataque sobre la superficie, y aquellos que habían creado Yunraêh
en la antigüedad comenzaron a buscar a sus hijos para recuperar lo
que era suyo. Así los ancianos necesitaron del sacrificio de muchos
de los suyos para evitar ser destruidos, es mas, dos de ellos Garad Lugosh
y Sonvar Leragnar lograron capturara y retener a sus padres, logrando gracias
a los conocimientos de estos una ventaja considerable sobre los demás
ancianos, y dirigieron desde las sombras a los Jonudi que buscaban al resto
de los ancianos hacia la dirección de las demás Tar´Kideron.
Así durante el tiempo
que los Jonudi permanecieron sobre la superficie arrasaron casi todas las
ciudades ocultas acabando con la existencia de los Yunraêh que se
encontraban en su camino, entre los que se incluían la mayor parte
de los ancianos, y apoderándose de información que estos
poseían sobre aquellos que vivían entre los humanos, obligando
a estos a tomar parte mas activa en la guerra. Pero con estas tretas no
lograron completar sus objetivos, ya que no acabaron con todos ellos, y
para su desgracia, lograron aquello que llevaban siglos tratando de conseguir,
los quince ancianos supervivientes se aliaron con aquellos que se habían
alejado de su lado, y comenzaron la búsqueda y exterminio de los
dos traidores. Aunque no todos acudieron a la llamada se acababa de crear
la Yutnare Káyerath, la nación Yunraêh.
Esta tras su fundación
se dio a conocer al mundo entero. Al tener que descubrir su existencia
por la acción de los Jonudi, los Yunraêh habían ayudado
abiertamente en la lucha contra estos, y en esos tiempos se ofreció
su ayuda como una compañía mercenaria, a cambio de que se
les diera una de las ciudades que habían construido los Jonudi en
Baern tras la conquista. A este trato se opusieron en un principio tanto
Menetia como algunas de las familias de Rearem, pero tras unas complicadas
negociaciones se reconoció a Yutnare Káyerath como una nación
soberana e independiente, aunque solo se la hizo participe de la alianza
de Elerien de modo temporal.
Poco después de firmarse el tratado, estallo
la guerra civil dentro del seno del imperio Jonudi, y fue el momento que
eligió la alianza para lanzar el ataque definitivo, estos dos hechos
junto a la aparición de los rayos venidos del cielo sobre las ciudades
Jonudi hizo que la balanza se decantara rápidamente del lado de
la alianza que remato la victoria en poco tiempo y con muy pocas bajas
para su bando.
Tras la victoria, los ancianos
reclamaron la ciudad de Deglendur como su recompensa, pero cual fue su
sorpresa cuando les fue negada por Harlad Nytil, este que había
sido el Shraeb de Bran (la capital de Baern), había sido el responsable
de la guerra civil, y tras la victoria había retomado el puesto
que tuviera antaño. Nytil que había sido convertido en un
Yunraêh poco antes de la guerra, y tenia planes a largo plazo una
vez que esta había finalizado. El era líder tanto de los
nuevos nacidos de los Yunraeh como de los humanos de Baern, y la cercanía
de los ancianos hacia que su fuerza dentro de los suyos se viera amenazada,
así que negó la recompensa que había sido concedida
por la alianza, y esta se vio obligada a ceder otra ciudad a la recién
nacida nación, y esta fue Bakul, una ciudad Ilawar que había
sido destruida por los Jonudi durante la guerra, y que al encontrarse bajo
tierra servia a los propósitos de los ancianos.
Una vez asentados en Bakul,
los ancianos comenzaron la reconstrucción de la ciudad. Por el tratado
que les convertía en una nación soberana, los Yunraêh
no podían alimentarse de almas humanas, esto aunque una molestia,
era un pago razonable a cambio de no tener que esconderse mas, así
que durante un tiempo la relación con los humanos de Ky´Em´Bra
fue relativamente tranquila. A pesar del temor que causaban entre los humanos,
estos les proveían de animales vivos para su sustento, y a cambio
los Yunraêh se convertían en guías para aquellos que
tenían que atravesar las montañas, y construyeron una red
de túneles que hacia el viaje por su interior mas seguro que el
exterior.
Lo que no sabían estos
era que en la ciudad todavía estaban las almas de los Ilawar que
habían muerto en la destrucción de la ciudad, y que seguían
ligadas al lugar en el que habían quedado sus cuerpos. Estas contemplaron
como los extraños se apropiaban de los que había sido suyo,
este hecho provoco dos tipos de reacción en ellos.
Por una parte algunos de las
almas sentían compasión por los Yunraêh al ver que
era seres en parte condenados como ellos y por otra parte estaban aquellos
cuyo crecía con el tiempo al ver como aquellos seres usurpaban aquello
que ellos habían querido tanto. Así que con el tiempo sucedió
lo que tenia que suceder. A pesar de que había algunos Yunraêh
que incumplían la ley y buscaban los manjares que para ellos representaban
las almas humanas, estos o bien escondían sus crímenes de
otras maneras, o eran destruidos por los ancianos ante la presencia de
los familiares de los agraviados. Pero llego un momento en el que el odio
de algunos de los Ilawar fue tan intenso que fueron capaces de abandonar
el lugar en el que yacían sus cuerpos y comenzaron a atacar tanto
a los Yunraêh como a los humanos que se relacionaban con ellos.
Estos crímenes sin
explicación provocaron una serie de acusaciones cruzadas entre el
gobierno humano de Ky´Em´Bra y los ancianos los cuales se acusaban
mutuamente entre ellos. Y esta fue la excusa que usaron los descontentos
de ambos bandos para comenzar acciones hostiles en publico en un intento
de asustar a quien fuera el culpable. Esto hizo que aparecieran varios
cadáveres humanos cuya muerte había sido obviamente provocada
por un Yunraêh, y la investigación de los ancianos no convenció
a Lothrim Gudustar, uno de los senadores que en un principio se había
opuesto a la cesión de Bakul, y este en un inspirado discurso ante
el senado hizo que los Yunraêh volvieran a ser criaturas perseguidas,
y sin dar tiempo a una explicación o reacción se lanzo un
ataque brutal sobre Bakul.
A pesar de que su posición
dentro de la ciudad era fácilmente defendible contra el ataque humano,
los ancianos decidieron abandonarla. Esta decisión fue cuestionada
ampliamente por los demás miembros de la nación al no entenderla,
pero a pesar de no poder verlos ni sentirlos, los ancianos sabían
que había alguien en la ciudad que trataría de hacer su vida
imposible mientras estuvieran allí, y esos seres tenían poder
para lograrlo.
Era mejor una retirada temporal que una derrota
a largo plazo. Lo que no sabían ni los ancianos ni sus atacantes
era que su estancia allí había desencadenado la creación
de lo que seria la mayor amenaza para su pueblo. Un Yunraêh, Balgar
Fronost, había llegado a sentir la presencia de las almas de los
Ilawar, y tras conocer su historia busco durante un tiempo un método
para liberarlos de su maldición, y esta llego de un modo que de
tan sencillo se le escapo durante mucho tiempo. Lo que hacia de los Yunraêh
lo que eran, era la ausencia de parte de su alma que les había sido
arrebatada por el Jonudi que los creaba, y era el intento de llenar ese
vacío en su interior lo que les hacia consumir el alma de otros
seres en un intento de completar la suya propia. Sin saberlo, la Yutnare
Káyerath había sido creada en un lugar donde poseía
todo el alimento que podía necesitar, al haber en Bakul miles de
almas sin cuerpo que de haberlo sabido estos habrían sido su sustento
durante mucho tiempo.
Muchas de estas almas durante
el tiempo que había permanecido en ese lugar habían enloquecido,
pero algunas de ellas que todavía conservaban la personalidad de
lo que habían sido antes de que sus cuerpos murieran, y solo deseaban
que su dolor finalizara, y gustosas se ofrecieron a si mismas para saciar
el ansia de Fronost, y este gustoso acepto liberar a esos Ilawar de su
carga eterna. A pesar de que compartio este conocimiento con Sayared, una
de los ancianos, esta lo tomo por loco, al igual que todos aquellos a los
que se lo comento, ya que al parecer ninguno de ellos era capaz de percibir
esas almas.
Tras un tiempo alimentándose
de las almas que se ofrecían a el, llego un momento en el que Fronost
dejo de sentir el ansia. Su alma una vez mas estaba completa, y ya no necesitaría
nunca mas alimentarse de otro ser vivo. Esto provoco en el al mismo tiempo
una sensación de alegría y tristeza, ya no necesitaba alimentarse,
pero desde entonces era incapaz de liberar mas almas de aquellos que le
habían ayudado. Todos los suyos lo tomaban por loco, y no escucharían
lo que el dijera, se sentía un extraño entre los suyos y
no podía soportar mirar a aquellos que le habían ayudado
pues se sentía culpable al no poder hacer nada por ellos. No encontraba
nada por lo que vivir, así que decidió morir. Una noche salió
de la ciudad, y se tumbo en medio del campo esperando a que llegara el
sol y acabara con sus miserias.
Pero el sol llego, y el se
sintió fortalecido por sus rayos. El sacrificio de los Ilawar no
solo había acabado con su hambre inhumana, sino que también
había hecho de el algo único, ni humano ni Yunraêh.
Era un ser nuevo, y decidió comenzar una nueva vida como lo que
había tenido antes de que los Jonudi llegaran a él. Se alejo
de Bakul y empezó de nuevo, conoció a una mujer sencilla,
y se caso con ella. Con esa mujer tendría un hijo que se convertiría
en Yunarek, el cazador.
A pesar del fracaso en su
intento de infiltración entre los humanos, de lo que se dieron cuenta
los ancianos era de que eran mas poderosos uniendo todas sus facciones
para un objetivo común que como enemigos intentando destruirse entre
ellos (al menos abiertamente) a pesar de que nuevamente se separaron y
crearon nuevas Tar´Kíderon decidieron establecer la paz definitiva
entre ellos. Cada uno se estableció con los suyos en un lugar alejado
de los demás, y desde esos lugares comenzaron su guerra secreta
contra los que pueden sentir el sol.
Aunque no están unidos aun son la Yutnare
Káyerath, y así ha sido desde aquellos tiempos hasta ahora,
a pesar de que rara vez se reúnen los ancianos se mantienen en contacto
entre ellos, tanto para vigilarse como para ayudarse. Los quince tienen
un dos objetivos comunes, gobernar sobre los demás, y acabar con
la existencia de Garad Lugosh y Sonvar Leragnar los que antaño les
traicionaron.
Todavía hay Yunraêh
que viven entre los humanos y no pertenecen ni reconocen ninguna autoridad
de la Yutnate Káyerath, y a estos los llaman renegados, y se les
busca para su exterminio, estos son los únicos Yunraêh cuya
muerte esta permitida por los ancianos, pues el asesinato de los sirvientes
de un ancianos por los sirvientes de otro amenazaría la paz entre
ellos, y de descubrirse, eso provocaría que se reanudaran las hostilidades
entre ellos nuevamente dejándolos a merced de todos aquellos que
quieren destruirlos. |